Comentario de Carmen.
Últimamente he observado un fenómeno que me ha llamado poderosamente la atención; pues al parecer la gran mayoría de los asistentes a las funciones de Carmen, en un montaje de Stefano Poda, no disfrutaron a cabalidad la ópera pues hay un sentimiento general de monotonía y uniformidad a lo largo de toda la ópera, bastante similar a los anteriores trabajos de Poda.
A continuación una trascripción por más elocuente de una créitca/comentario de Prensa Libre, que enciera la totalidad del sentir del público respecto a este montaje.
Por Juan Carlos Lemus
"Es probable que a los espectadores les haya impresionado la obra desde los primeros cinco minutos".
Media hora después, el primer bostezo; una hora más tarde, otro vistazo al reloj. Finalmente, cierta secreta gratitud porque todo haya terminado.
Stefano Poda logra que un conjunto de seres humanos formen un cuerpo cuyos brotes tonales alcanzan niveles plásticos. Los movimientos de la masa dan vida a una criatura que se desplaza como en un enorme lienzo humano. Pero esa efectividad muere al poco tiempo debido a que tales posibilidades plásticas dejan de ser impresionantes y pasan a ser monótonas. Son las mismas fórmulas coreográficas que viene repitiendo Poda desde Aída en el 2005 y Falstaff en el 2007.
Es posible que esta Carmen pueda ser valorada desde registros correspondientes a la coreografía contemporánea, y también es cierto que cualquier creador tiene libertad de pintarle bigotes a la Monalisa o hacer que aterrice un helicóptero en el escenario. Lo incorrecto, en este caso, es que se incurrió en una deshonestidad publicitaria al anunciar la presentación de “Carmen. Ópera de Bizet. Producción de Stefano Poda”, y no lo que en realidad fue: una coreografía de Poda basada en la ópera Carmen.
Y si nos esforzamos por abandonar la idea de una Carmen tradicional, encontramos un supermercado de incoherencias. Estas son algunas: ¿Qué hace una loca desplazándose por el escenario todo el tiempo? ¿Es, acaso, un espíritu? ¿Es la encarnación de los placeres? Carmen, por cierto, en su primera aparición recuerda, por su vestuario y gafas, a Michael Jackson. ¿Qué hacen tres hombres y una mujer con las tetas al aire, colgados del techo? ¿Por qué se manosean los coros? ¿Por qué la masa humana, en algún momento, sugiere homosexualidad y bisexualidad? ¿Qué intenta decir el director al seleccionar a los muchachos más galanes, que ni cantan ni bailan, pero que los pone cuales stripers mostrando las nalgas en primer plano? La respuesta es que Poda intenta explotar el morbo del espectador. Evidencia una inclinación por la exhibición de la libido que convierte su obra en un asunto, a ratos, “sexoso”. Este comentario no es una revisión moral del montaje, sino la observación de un fenómeno. Poda tiene buenas posibilidades de desarrollarse en esos terrenos coreográficos (incluso, podría ser más atrevido). El problema es que no sale del clóset operático; sigue aferrado a las justificaciones clásicas. Además, debido a la publicidad, más de dos mil personas vistieron su elegante traje de noche porque creyeron que pasarían una noche de ópera en el Teatro Nacional.
¿Alguno de ustedes tiene un sentir diferente?, sería un placer escuchar los comentarios de todos los asistentes, tanto conformes como incoformes, así como de la producción para ampliar nuesto panorama de este montaje.
31 Comentarios:
A la/s 15:59, Luis FIGUEROA dijo...
Yo vi Aida, y no me quedaron ganas de regresar a un montaje de Poda.
A la/s 13:09, Anónimo dijo...
El montaje no tiene nada de "sexososo", todo lo contrario. Pero como en este momento tengo 0 ganas de explicar la percepción y la intención del creador me limitaré a dar mi opinión acerca de la crítica de Juan Carlos Lemus (Periodista, que no es crítico de arte, que no conoce de artes escenicas contemporanéas y que cree que su percepción es la verdad) ... Puede o no gustar, se puede emitir una opinión, pero como periodista se tiene la obligación de hacer una crítica objetiva. Por lo tanto, tomo lo que escribió Juan Carlos Lemus como una opinión personal y tan tan.
Por supuesto que al ser un montaje contemporáneo da la oportunidad al espectador de interpretar lo que se le de la gana... En el caso se Juan Carlos, su percepción no es más que una proyección... Con sus palabras lo único que hace es dejarnos ver todo lo "sexoso" y "cochino" (palabras que él útiliza para describir la puesta en escena) que hay en alguna parte de su psique...
A la/s 12:33, Anónimo dijo...
Desde Aída, yo también me decepcioné. YA NO MAS PODA.
A la/s 21:06, Ping dijo...
Agrego un comentario publicado en El Periódico, escrito por Gustavo Berganza, titulado "La Atroz Carmen de Stefano Poda"
Carmen, como La Traviata, tiene ese tipo de arias que silban incluso quienes no conocen las óperas completas. Tan popular es la historia de la tabaquera de Merimée, que incluso hay un episodio de Los Simpson que la recrea. Era de esperar así que la versión presentada el fin de semana pasado en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, por Stefano Poda, se convirtiera en un acontecimiento sumamente atrayente. Atrayente sí, aunque francamente decepcionante, porque con el paso de los años las aptitudes de Poda como realizador han ido descuidando cada vez más la coherencia entre lo que se ve y lo que se escucha.
En 2001 asistí a un montaje suyo de Macbeth, en la ermita de la Santa Cruz, al frente de la Compañía Lírica de Costa Rica, y me impactó la manera como re–creaba visualmente el libreto de esta ópera de Verdi. Esa vez utilizó trajes de colas larguísimas y abusó de un grupo de cuerpos masculinos y femeninos, a los que casi desnudó, en una fría noche del febrero antigüeño, para enmarcar la lentitud en que se desenvolvían los personajes. La interpretación que hizo del argumento y su escenario todavía guardaban relación con la obra, tal como fue concebida por el autor. Sin embargo, lo que se vio en la sala grande del Centro Cultural el fin de semana pasado fue un verdadero divorcio entre el canto y la música y los recursos utilizados para escenificarlos.
A primera vista, las esculturas de Andrés Arévalo, situadas frente al ciclorama, hacen pensar en las figuras utilizadas por el finado pintor polaco Zdzislaw Beksinski. La utilización de tonos ocres y negros recrean los ambientes fantasmales tan queridos para este surrealista tardío. El efecto onírico lo enfatizan el coro y los solistas, vestidos con túnicas negras. Hasta ahí todo hubiera quedado bien, si el escenario no se hubiera recargado de cuerpos cubiertos con taparrabos ellos, y ellas además con un pequeño corpiño, pululando como almas en pena por el escenario o colgando del techo, en columpios al estilo Cirque Du Soleil. Lo visualmente se transformó con esta marabunta de suplicantes en una pintura de Arcimboldo: figuras grotescas formadas a base de acumulación de volúmenes, que produjeron efectos asfixiantes. Y que, en algunos momentos, secuestraban a los solistas, quienes hacían esfuerzos heroicos para hacer trascender su voz por encima de la absurda e inútil aglomeración.
El mérito de Belem Rodríguez, Jorge Valls y Birgit Beer, es doble entonces, porque lograron desenvolverse en circunstancias desfavorables para ellos. Hay que felicitar al coro, que cantó prácticamente sin dirección, porque en la posición que estaban –viendo siempre hacia el lado derecho– era imposible seguir la batuta del conductor.
Lo que se vio en la Carmen de Poda fue, entonces, una pista musical sobrepuesta a un montaje visual sin relación alguna. El movimiento escénico, los trajes, las coreografías eran una cosa y la música y voces eran otra. Si a Poda le gusta tanto escenificar sus fantasías sin seguir las líneas argumentales de los libretos que utiliza, ¿por qué no comisiona música original, en vez de perpetrar este tipo de atrocidades?
El link en el que lo pueden localizar:
http://www.elperiodico.com.gt/es/20080620/opinion/58425
A la/s 17:11, Anónimo dijo...
El arte ha cambiado muchísimo en el siglo XX, primordialmente con el abandono de la estética visual como objetivo. Ha nacido el arte conceptual que abarca performance, instalaciones, arte corporal, etc.
Si somos capaces de aceptar estas nuevas facetas del arte, comprenderemos todo lo que Poda intenta abarcar en sus presentaciones. Pero mucho del arte moderno se basa en lo que como espectadores podamos interpretar, entonces es arte que pregunta "quien me está viendo?"
A mí SI me han gustado todas las concepciones de Poda, desde Il Trovatore montado ya en un lejano 2003 en La Ermita, pasando por la obra de Dante montada en el Cerrito del Carmen, AIda y ahora Carmen.
Para Guatemala es una excepcional riqueza que despues de 30~años que no se presentó NI UNA ópera, ahora podamos contar con ópera tradicional y a la par, presentaciones ultra-modernas, y cosmopólitas como Carmen.
x Claudio Solares
A la/s 22:39, Anónimo dijo...
Carmen, la ópera perfecta, estuvo bastante lejos de serlo en esta ocasión. Y no por la mala interpretación de la misma, aunque el montaje y la adaptación que tuvo fue bastante extraña, lo que provocó que varios de los asistentes desertaran en el intermedio.
Lo que sí me invitó a desertar fue el mal servicio al cliente proporcionado por los organizadores de la obra. Iniciando desde el parqueo del teatro, el cual a pesar de ser suficiente para albergar un lleno completo del teatro no se dio abasto en esta ocasión y muchos tuvimos que parquear sobre los arriates y aceras. ¿Será que alquilaron el parqueo a los asistentes del otro evento que se llevaba a cabo cerca del teatro? Pero considero que quienes íbamos al teatro tenemos la preferencia sobre el parqueo.
Los inconvenientes continuaron con la falta de anfitriones en la puerta de ingreso, lo que provocó una larga e innecesaria fila que ocasionó el retraso del inicio de la obra que estaba programada para las 8pm ya que hasta las 7:45pm empezó a ingresar la gente.
Tampoco había alguien que entregara los programas de la obra, ni suficientes acomodadores para atender a la gran cantidad de asistentes.
Pero lo pero fue en el intermedio, donde luego de soportar un calor infernal debido a la mala climatización de la sala, los encargados de la cafetería no estaban preparados para la afluencia de ese día, dejando a muchos en la deshidratación absoluta. Esto luego de haber permanecido en una cola durante 20 minutos ya que tampoco había suficiente personal en la cafetería.
En general le doy una pésima calificación a los organizadores, quienes de antemano conocían la cantidad exacta de personas que asistiríamos al evento y podían haber anticipado todo esto.
Insisto en la importancia de brindar un buen servicio al cliente, ya que esto es el elemento que hará que el público continúe asistiendo a tan excelentes eventos.
Juan Valencia
A la/s 22:40, Anónimo dijo...
Me sorprende de sobremanera que en la Ópera Carmen, que recientemente fue presentada por la Fundación Ramiro Castillo Love, los actores incitan al consumo del cigarrillo, ignorando que en nuestro país existe un Código de Salud el cual contiene importantes restricciones. Además, es un sacrilegio fumar en la gran Sala Efraín Recinos del Teatro Nacional, donde más de 60 actores encendieron sus cigarrillos. El Reglamento al Código de Salud estipula enormes multas a los infractores.
El Ministerio de Salud ¿hace bien su trabajo?
Sofía Hernández
A la/s 22:45, Anónimo dijo...
Una presentación con todo y su musicalización - subtitulos incluidos- en donde lo "moderno" y futurista borro la idea original de esta opera. A mi parecer, me hizo odiar mas la opera y, aunque no soy erudito ni intelectual, mucho menos artista de las bellas artes, se diferenciar algo bueno de algo que lo unico que desean es provocar y dejar en las mismas al auditorio. Por supuesto que no me quede al acto final donde le echan sangre a todo el elenco... porque ese escenario nunca cambió y me parecio aburrido. ¿Comentarios del auditorio? Pues no lo sé... me salí antes que terminara. Ademas, ¿que malo va a decir la mama de juanito? -si, juanito el que salia con la chamarra negra y fumando en la parte de atras junto a 20 pelones más -
Buenas luces, no lo niego. La atmosfera sombría y con ello se logró arrancar más de algún susto ó un recuerdo de alguien que ya haya estado en el Hades o la primera visita de Dante Alighieri.
A la/s 22:48, Anónimo dijo...
Stefano Poda presentó el fin de semana pasado una versión propia de la ópera francesa Carmen, de George Bizet.
Al parecer, la ópera que iban a presentar era totalmente distinta a la versión que han expuesto en los teatros del mundo durante el último siglo. Varios símbolos estuvieron presentes en la ópera. El color negro que predominó en la historia (en casi su totalidad), así como las coreografías recargadas pero complejas, pues en su momento en escena hubo al menos 200 jóvenes danzando y cantando.
Durante los 149 minutos que duró Carmen, fue una secuencia continua de bailes contemporáneos. La música, al parecer, “tenía una carga muy baja, sin intensidad. La ópera no me ha estremecido en ningún momento”, fueron algunos de los comentarios que rondaban entre butacas.
A favor o en contra
La gran sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias estaba llena, pero para el segundo acto se empezaron a ver butacas vacías, y gente que a medio acto salió de la sala para no regresar más. Al final apareció una Carmen manchada de sangre, acompañada por un grupo de danzantes que tenían sangre derramada en su cuerpo. La ópera terminó.
Como en cualquier espectáculo, hubo quienes quedaron satisfechos y otros que no. El escritor Méndez Vides opinó: “He visto Carmen en muchas ocasiones. Lo que hizo el director fue un espectáculo que tiene una gran importancia. Vimos una Carmen diferente. Lo que me gustó es que expresa una problemática universal, vimos lo que el siglo XX representó para las artes en el mundo. Lo que se vio era otra Carmen, no la tradicional; fue una interpretación del mundo moderno. Me pareció un experimento moderno digno de altura. Fue presentación del primer mundo. Se atrevieron a hacer algo distinto, a representar algo impresionante”, agegó Vides.
María Eugenia Gordillo, directora de la Hemeroteca Nacional, no coincide totalmente con Méndez Vides, y expresa: “El señor Stefano Poda debió decir que presentaría una fantasía coreográfica con la música de Carmen de George Bizet. No me opongo jamás a esta versión, pero es una versión coreográfica que no se debe anunciar como ópera. La danza es muy bonita pero, ¿qué tiene que ver eso con Carmen? Eso sí, alabo las interpretaciones de Belem Rodríguez y de Juan Carlos Valls. Esta versión es importante porque incluyó a gente joven en una ópera, y me quito el sombrero ante la coreógrafa y el director coral, pero uno no se imagina a Carmen así”.
Gabriel Arana
Siglo XXI
A la/s 13:18, Anónimo dijo...
Es una lástima perder el tiempo así. De una vez por todas, que Stefano Poda no vuelva más a Guatemala. La verdad es que, desde que vi el montaje me decepcioné tanto que ahora odio todos las producciones que realiza Poda.
A la/s 18:23, Anónimo dijo...
la Administracion del teatro que fue PESIMA.
Un calor de los mil diablos y para terminar para deshidratarnos, se acabaron las bebidas!!! No AGUAS gaseosas, NO agua pura! solo CAFE!!!
Escuche que hay nueva "Administracion" si es asi... Que lastima que ya se ven los efectos del favoritismo politico en las artes....
Mas se sentia como una escena del infierno de Dante! Un insulto realmente a publico Guatemalteco
A la/s 20:12, Anónimo dijo...
Lamento muchísimo no estar al "nivel intelectual" del Sr. Poda o de las personas que trabajan en su "elenco".
Mi crítica es más hacia la forma de comercializar CARMEN. Recientemente puesta en escena en Guatemala.
Fue más un montaje de ballet moderno con música de Bizet, cuyo desempeño estuvo bastante bien. ¡Bueno, yo me salí al comienzo de la segunda parte! voy a decir te porqué:
1. El engaño. Si nos hubieran dicho que era una adaptación personal de Carmen, lo acepto, fuera lo que fuera. A nivel publicitario no se hizo ver claramente la adaptación.
2. Uno espera un espectáculo vivaz, andante, con una Carmen sensual. De eso nada. Todo lúgubre, con imágenes sexualmente contradictorias y no tengo nada en contra de esto, sino a sacar las cosas y las escenas del contexto de época.
3. Carmen fue asesinada esa noche. La "desespañolizaron" y presentaron una versión que más parecía una Carmen prima de Michael Jackson con una serie de compañeritos con disfraz de MATRIX.
4. Nunca había tenido la oportunidad de ver algo tan lúgubre, tan asfixiantemente desesperado y tan mal pensado.
Pero como dicen, yo soy un ignorante y no estoy al "nivel intelectual" de este señor cuya oscuridad, mal gusto, la falta de respeto a Bizet y al público guatemalteco es tal que efectivamente solo se encuentra a los niveles intelectuales a los que el pertenece.
Para mí Carmen y Poda son dos cosas totalmente diferentes, yo prefiero a la clásica y si la van a cambiar, pues que me avisen!!!!
Saludos cordiales
A la/s 20:30, Anónimo dijo...
Cuando el público vió a Cecilia Dougherty bajando colgada de un cable en la introducción de la puesta en escena de Carmen de Stefano Poda este mes, se preguntó: ¿Qué significa eso? ¿Quién es ella? ¿A quién o qué simboliza? (Lo mismo se preguntaban acerca de todos los demás accesorios pretenciosos, ajenos a la historia de Carmen, que ahogaron la historia de la ópera). Yo oí personalmente estas preguntas de mucha gente que fué (y también me las hice yo mismo), pero además fueron las preguntas que se hicieron varios comentaristas de prensa (Berganza de El Periódico, Lemus de Prensa Libre y Gabriel Arana de Siglo XXI). Hasta ahora, no he escuchado la respuesta a estas simples preguntas. Ni siquiera la usual respuesta con el hígado, ni nada. Todavía no sé que significa nada, ni la gente colgando, ni los collares grotescos, ni las esculturas que desde la sala se veían como maniquíes, ni la arena negra, ni la mayoría de los movimientos del coro y cuerpo de danza...
Y es que al parecer todavía existe por estos lares esa noción esnob de que un símbolo es un código misterioso, que sólo los iluminados y mentes superiores pueden decifrar.
A mi juicio, los símbolos más que dejarnos con preguntas, deberían ser usados para plantear cuestionamientos. Suena a lo mismo, ¿verdad?. Me explico. Si yo pinto en una pared a un político usando la gorrita de El Chavo del 8, el mensaje le habla a la gente de Guatemala que lo vé: Sabemos del político, quién es, qué cosas ha hecho o no ha hecho. Sabemos tambien quién es el Chavo del 8, cuál es su personalidad, su estrato social, y su nivel intelectual, etc. Entonces, la gente no tiene qué preguntarse "¿quién es esta persona usando ese sombrerito?", "¿por qué el sombrerito esta roto y sucio?", si no que se cuestiona "¿Es en realidad este político tan tonto como lo pintan?", "¿Es su trabajo toda una payasada?" o "¿Será que no le tienen paciencia?"
A las preguntas, o les sabemos la respuesta o no y se acabó, en cuanto que los cuestionamientos nos hacen pensar.
Es ahí donde está el fondo del fracaso de esta Carmen. Poda no tuvo capacidad de adentrarse en la cultura local, de manera de crear símbolos que hablaran con el público local. Hay que recordar que por mucha libertad de creación que tenga un artista, al final todo el recurso invertido es para generar reacciones del público y de la crítica. O complacemos al público, o lo dejamos pensando (les apachamos sus botones ("push their buttons"), como dicen los gringos). Poda nos dejó con muchas preguntas sin responder, por lo que cualquier intento de generar cuestionamientos, y en consecuencia, discusión e ideas, quedó truncado.
Queda también la pregunta si los símbolos que usa Poda en realidad hablan con alguien, acá o en Italia o donde sea, o si son simples imágenes pretenciosas pero vacías, que sorprenden y que la pobre gente, temerosa en reconocer que no las entiende, las tilda de profundas y/o "impresionanates".
A la/s 20:41, Anónimo dijo...
Yo conozco la historia por haberla leído, hace mucho años, y por dos películas españolas: la dirigida por Carlos Saura y la dirigida por Vicente Aranda y protagonizada por Paz Vega. Es decir, nunca he visto un montaje "tradicional" así que no tengo referencias al respecto.
Para empezar, un problema fue que se realizara en francés para un público que desconoce la trama y dicho idioma y, desde donde estábamos, los subtítulos los taparan la cenefa del telón y las bocinas que cuelgan frente a él. Para los de platea, me imagino, el problema debe haber sido la altura a la que estaban los subtítulos.
El aire acondicionado estaba "al 50%" según anunciaron "para no afectar la garganta de los intérpretes". En un clima tropical y con el teatro lleno. ¡Qué lindo!
Si la ópera es síntesis de canto, música, baile y actuación, el penúltimo fue sustituido por los estertores epilépticos de zombies playeros (encalzonetados y revolcándose en arena) y una molotera de asexuados disfrazados de Neo, el de The Matrix. La actuación se supone que la sustituyó, en el caso de Carmen, una serie de "intervenciones" repetitivas y monótonas de dos bailarinas, una de quienes ha dado mucho más en ocasiones menos pomposas. El resto de la coreografía también era, como ya dije, repetitiva y monótona al estilo de los montajes de danza moderna en Europa en los años ochenta ("denunciando" la superespecialización del trabajo en sociedades industrializadas... pero ¡estamos en el Tercer Mundo!).
Entre otros muchos aspectos relevantes de la historia original, la pasión, la lujuria y hasta la locura que provoca y la voluptuosidad de Carmen y lo "macho", la "hombría" y la "fuerza" del personaje de Don José fueron pisoteados hasta desintegrarlos en la arena que remeda al puerto de Iztapa en el piso del escenario.
Por cierto, la tropicalización de esta adaptación de Carmen no se limitó a la arena de río en el escenario sino se anunció desde el principio del primer acto con una corta serie de sonidos de animales selváticos propios de la apertura de Tarzán o El Rey León.
En resumen: plana, aburrida, repetitiva e ininteligible.
Lástima mis doscientos veinticinco quetzales.
A la/s 18:26, Anónimo dijo...
Totalmente de acuerdo. Por ese tipo de resultados yo tengo años de ya no asistir a ningún montaje de Poda, aunque me asomé a la triste "ejecución" que realizó de Don Giovanni, una de mis favoritas de Mozart.
De más está decir que me salí después del primer acto, cansada de ver pasar personajes en cámara lenta que distraían de la trama dramática. Eso amén de haberme preguntado qué tenía que ver la escena de la violación de la protagonista con el libreto original...
Esto en cuanto a las carencias artìsticas del Sr. Poda. En referencia a sus famosos caprichos, esta vez hicieron que el Centro Cultural tuviera que soplarse de un plumazo la primera mitad de su Festival de Junio para cederle las instalaciones durante quince días, en preparación para su montaje.
Es asì que durante toda esa quincena la infraestructura más importante para el arte en Guatemala estuvo exclusivamente reservada para Poda, quien respondió haciendo acarrear varios quintales de arena e inundando con la misma el escenario principal del Centro. Aunque luego se haya quitado con todo el cuidado del mundo, ¿qué consecuencias traerá en el futuro el haber alojado toda esa arena durante varias presentaciones, en la maquinaria y la tramoya del Teatro?
El respeto al compositor, al público y desde luego al país anfitrión debe ser cualidad indispensable de un artista que se precie, aún en la época posmoderna. Es simplemente buena educación.
Cristina Altamira
A la/s 18:26, Anónimo dijo...
Es que qué tiene que ver lo que vimos con Carmen? ¿Dónde estaba el torero? ¿La sensualidad? ¿Las castañuelas y ese sabor gitano? Parecía el entierro de Carmen, no la ópera. Desastrozo también el trabajo de Saúl E. Méndez para diseñar el vestuario. Ahí se ve el "buen" trabajo del Ministerio de Cultura, una manada de inexpertos en el tema, expertos en plantas y conciertos de rock en Tikal, tratando de impartirle cultura a los guatemaltecos. Esperemos que la gente haya entendido que eso que vimos fue una locura del italiano ese que viene a prostituir lo que es la verdadera ópera en Guatemala, de la mano de gente corrupta del gobierno.
Joaquín García.
A la/s 18:28, Anónimo dijo...
zFernando Núñe
Creo que Carmen fué la oportunidad para que Poda demostrara realmente de lo que está hecho. Lo que demostró es que no tiene capacidad de re-inventarse. Poda en realidad es un oportunista al que le funcionó una fórmula y la ha venido repitiendo aprovechándose del apoyo ciego que le han regalado.
Es hora que sus patrocinadores busquen nuevo talento dentro de los miles que hay nada más en este país, y si su malinchismo no les dá para digerir esa idea, entonces que se busquen a uno nuevo de los millones que hay en el resto del mundo.
A la/s 18:30, Anónimo dijo...
Estoy totalmente de acuerdo con todos ustedes. ´Mi esposa y yo fuimos al teatro esperando una obra CLÁSICA de ópera que sinconocer mucho, esperábamos a una Carmen sensual, audaz y muy vivaz. Nos salimos al comienzo del segundo acto. No toleramos la falta de integración entre los "bailarines" los "colgados", la loca, etc., que nos parecieron algo atroces. La Carmen vestida a lo Michael Jackson y todos los MATRIX nos parecieron algo fuera de tono.
Seamos claros, el grupo de bailarines y cantantes, y la sinfónica estuvo bien, muy bien, pero PODA desespañolizó a CARMEN, la sacó de su contexto verdadero.
Nadie nos informó obre una adaptación personal de este señor PODA que no me parece que sea intelectualmente superior a otros, como aparece en otro foro.
En fin, eso nos pasa por no poner atención a los detalles. Creo que muchos que íbamos a divertirnos, salimos más tensos y enojados por el CHURRO que vimos por un precio en donde mejor nos hubiéramos comprado un DVD de CARMEN y palomitas de maíz y todavía hubiera sobrado para ir a ver MATRIX al cine.
Saludos coriales a todos los foristas.
Luis Sotlz
A la/s 18:31, Anónimo dijo...
Ojala que ahora en Guatemala los patrocinadores escuchen los comentarios de destacados periodistas, de conocedores, de artistas, de intelectuales y del publico en general, para que piensen dos veces, antes de financiar el trabajo de dos productores italianos: Poda y Ruffini, personas a las que el ministerio de cultura se vende y trabaja para ellos, como si fueran los patronos de la finca.
Por lo menos en las operas de Poda la taquilla va a obras sociales de una fundaciòn, en el caso de Giusseppe va a enriquecer un extranjero que se da el lujo de hablar pestes del arte y de los guatemaltecos. No nos dejemos engañar!
Carmen García Peñalonzo
A la/s 18:32, Anónimo dijo...
Aplausos para el fundamental coro en esta ópera porque sólo los primeros 5 coristas de la multitud podían ver una de las dos pequeñas TVs de circuito cerrado en los extremos del escenario que enfocan turbiamente al director de orquesta.
Sin duda que se requiere talento musical, y mucho ensayo, para deambular a oscuras sin equivocar el tempo.
Juan Roberto Brenes
A la/s 18:33, Anónimo dijo...
nuestro pueblo a como esta en su desarrollo no es como para venir a ensayasr surrealismos fumados ya que asi en lugar de acercarlos los ahuyentaremosd
A la/s 18:35, Anónimo dijo...
SINCERAMENTE LO DE PODA ES UNA VERGÜENZA.
EVIDENTEMENTE TIENE UN PODER QUE LE DA CARTA LIBRE PARA HACER LO QUE SE LE PRESENTE EN SU SURREAL MENTE.
SINCERAMENTE CREO QUE LO UNICO QUE SE PUEDE DESTACAR Y CON MAYÚSCULAS ES LA LABOR DE LOS SOLITAS , CREO QUE TANTO LA MEZZO COMO EL TENOR JUAN CARLOS VALLS HAN SIDO DE UNA ALTURA MUY PERO MUY SUPERIOR A LO QUE TODO EL ESPECTÁCULO BRINDÓ.
QUE SUERTE QUE ALMENOS LOS SOLISTAS ERAN DE MUY BUEN NIVEL .
JOAQUIN GONZALEZ
A la/s 18:36, Anónimo dijo...
Los precios fuera de la realidad guatemalteca, exceso en el montaje, esa carmen sensual, astuta lista y ligera como una gata, no aparecio..
Pero esta no es la primera vez que pasa, será que los directores al saber de nuestra poca cultura musical en especial la opera nos creen tan burdos que son incapeces de darnos el beneficio de la duda.
Ya veremos que nos traen nuestra semana cultura.
Alejandra Villagran
A la/s 18:37, Anónimo dijo...
Estoy completamente de acuerdo con la crítica del Señor Berganza. Mi familia y yo salimos despavoridos en el intermedio, tristes y decepcionados por ser una ópera que esperábamos con gran ilusión. Vestuario, y bailes ridículos que no aportaban un ápice a la trama y desvirtuaban por completo el espíritu de la historia: Carmen es una una gitana sensual que enamora con su baile y su canto, no una mala imitación de Terminator venida del inframundo.
Beatriz Colmenares
A la/s 18:38, Anónimo dijo...
estoy totalmente de acuerdo con su crítica. Sólo con ver el reportaje por televisión de cómo fué montada la opera Carmen, me quitó la ilusión de asistir a ver una de mis operas favoritas. Aún con decarados y vestuaro sencillo no se debe perder el norte de cómo debe montarse una opera, más aún por acá que no tenemos una cultura de opera aún tan desarrollada como en otros países. Ojalá se vuelva a presentar Carmen acá en Guatemala pero escenificada y con la coreografía normal, tal como debió ser presentada en la temporada de 1890-91 en nuestro malogrado Teatro Colón por la compañía de opera italiana de Eduardo Faliace.
Luis Valls
A la/s 18:40, Anónimo dijo...
Me parece que la crìtica del articulista, Gustavo Berganza, se limita a cuestiones tècnicas y desde la perspectiva de espectador, la cual es buena. Sin embargo, tambièn se debe considerar que iniciar un Festival de Arte con este espectàculo es penoso, al considerar que los precios para ingresar a la Gran Sala son inaccesibles para la mayorìa de la poblaciòn. Siempre he considerado que el Estado debe asumir un rol directo para que la mayorìa de la poblaciòn tenga acceso a esos espectàculos, talvez que un espectàculo sea a precios populares. Ademàs, me enterè que para el montaje el director exigiò que el escenario estuviera lleno de arena de mar. ¿A quièn se le ocurre poner una capa exagerada de arena marina? Sin duda que los problemas vendràn despuès: daños en la medara del escenario, picadura de algunos accesorios del alcantarillado, posiblemente se pique el telòn principal de la Sala Grande, en fin una serie de problemas que vendrán a deteriorar aùn màs el Gran Teatro Nacional. Y entonces: ¿Què gana el pueblo guatemaltecon con esas representaciones y son elitistas? ¿Quièn cubrirà los costos por daños a la infraestructura? ¿Valiò la pena iniciar un Festival de Arte con esa obra? Sin duda que las siguientes interrogantes no pueden ser respondidas por el articulista, mucho menos por las autoridades del Ministerio de Cultura y Deportes, en virtud de que cuando en esta Guate-linda ocurre algo similar todos "hacen oìdos sordos".
Edwin Marroquín Navas
A la/s 19:43, Anónimo dijo...
Para lo que cobró como MÍNIMO, hubiera sidp original, pero no... fué todo un reciclaje de las mismas cinco de ideas de hace como seis años.
Si a eso le sumamos lo anquilosado de su discurso, diz que político o quién sabe que, la monotonía y estupor de las escenas, los desnudos injustificados, y tan faltos de gusto artístico y estético (porque seamos sinceros, como mínimo los cuerpos femeninos podrían haber sido más hermosos y armoniosos), el humo del cigarrillo y el calor insoportable, puedo decir con todo derecho que fue un robo, y que es el PEOR montaje realizado en Guatemala,
Y para el dineral que debe da haber cobrado ese supuesto directos intalianucho de quinta, que de plano saber ni a quién ha de conocer para que lo sigan contratando, mejor hubieran puesto a uno nacional.
Que verguenza de ópera!!
Que basura de montaje!
Qué director de escena tan inepto!!
Qué pena para el arte nacional!!!!!
A la/s 23:43, Anónimo dijo...
(Transcrito del programa de Carmen)
Sobre la puesta en escena de Carmen
“La tragedia es la imitación poética de un hecho humano, y por tanto, se contrapone al hecho histórico. Seria histórico si persiguiera una finalidad histórica. La tragedia, no obstante, tiene una finalidad poética, o sea, quiere representar una acción para conmover, y, a través de la conmoción, divertir la inteligencia del espectador. Es aquí que la interpretación de una acción tiene que ser libre; la verdad histórica se tiene que someter a las leyes del arte poético.” Friedrich Schiller
La verdad poética, no la histórica, es el fundamento de cualquier efecto estético. En teatro, y sobre todo en la ópera, meta no es el aspecto exterior, sino una especie de verdad. La verdad artística es diferente a la verdad de la vida, o mejor dicho, la verdad de la vida se eleva a otro nivel, y mediante los medios específicos del arte, se transforma en una verdad simbólica. La pintura de la mayor parte de los siglos diecinueve y veinte, y más tarde el cine, han colmado la mirada del espectador con imágenes muy a menudo banales que lo han habituado a una vulgar imitación-interpretación de la realidad, empobreciendo en la fantasía y en el escenario, su paisaje habitual, sus costumbres, quizás un recuerdo sentimental, verdadero y realista, verificable a través de la experiencia cotidiana o a través del peso del conocimiento histórico. En cambio, no reclama todo esto al autor de una ópera.
Es consciente que su tarea es plantear el destino de los humanos y sus acontecimientos según unas normas validas solamente en el ámbito del arte, que elevan estos acontecimientos a símbolos, antes que hacerlos reproducir. El espectador sabe que la meta del autor es la representación de una verdad interior y no de una exterior. Por lo tanto se molesta por el aparente atentado al sentido común expresado por el lenguaje operístico (en el cual no se habla más se canta). El responsable de la puesta en escena no puede entonces limitarse a mostrar sobre el escenario apenas una pobre reproducción-interpretación visual al efecto acústico.
No existe una interpretación absoluta de ninguna obra de arte. Con más razón en el caso de la Opera (entendida como suma de arte y no como disociación individual de cada una de estas), es licito pensar que cada época y cada sociedad puedan representarla según el lenguaje propio y según renovados códigos. No hay puesta en escena definitiva. La partitura es eterna, mientras su representación es perecedera: tiene un valor relativo al contexto histórico, social y cultural, dentro del cual se realiza.
¿Cómo mostrar entonces de manera comprensible sobre el escenario en pacto entre cultura activa y cultura muerta? Sobre todo hoy, al alba de un nuevo milenio, en una época trastornada por una revolución informática que todavía no ha permitido la elaboración de una ética coherente y de una madura corriente de pensamiento capaz de comprenderla; en una época en la cual la clonación y la cirugía estética, son conceptos absolutamente accesibles, pero que siguen ocultando grandes temáticas eternas… Decía Pessoa: “pensar es no comprender”.
Así se eleva el grito desgarrador en busca de la verdad, que en este tiempo confuso – que quiere ser nuevo – no desea alinearse. Así el símbolo viene ofrecido como si fuera un instrumento óptico para que, el que mira o escucha, mire y escúchela historia de su propia alma, lejos del horror y del ruido de la moderna civilización contemporánea moderna.
Stefano Poda
A la/s 19:45, Anónimo dijo...
Hola Café Momus, nos encantaría que pudieran publicar este importante anuncio y los invitamos cordialmente al las Masterclasses del curso de Repertorio Operístico que se llevará a cabo del 18 al 26 de agosto, con el Maestro Repetidor y Director de Orquesta Rogelio Riojas Nolasco, mexicano de origen, y labora en la Ópera de Stuttgart en Alemania.
El curso iniciará el 18 con un taller de respiración impartido por el tenor Francisco Guillén, ("Quien respira bien, Canta Bien" Dicho Italiano) de 5:00 a 8:00 PM. Este taller tendrá un costo de Q60.
El 19 iniciaremos con el curso con el Maestro Riojas. de 11:30 a 1:00, y de 3:00 a 8:00 PM. Las masterclasses tendrán un costo de Q35 por día de curso.
Ambos serán en el Centro Cultural Metropolitano (antiguo edificio de Correos)
Para más información, comunicarse a animaecuore@itelgua.com
POR FAVOR, DIFUNDAN ESTE MENSAJE A TODAS LAS PERSONAS INTERESADAS EN EL CANTO Y PIANISTAS INTERESADOS EN REPERTORIO OPERÍSTICO.
Muchas Gracias.
A la/s 14:10, Anónimo dijo...
Una vez más los amantes de la música culta nos deleitemos en el Gran Teatro Nacional, ahora con la puesta en escena de la magistral ópera 'Carmen'. Desde 1949 que no se representaba en Guatemala por lo que con ansia la esperábamos. Luego de 'Il Trovatore, Aída, Don Giovanni y Falstaff' viene ahora 'Stefano Poda' –con su misma concepción de la ópera, muy particular, por cierto- y nos presenta 'Carmen', pero una 'Carmen no Carmen' ya que la representa fuera de su ambiente, en una escenografía lúgubre, triste y oscura.
'Carmen' es aquí una rebelde sin causa, vestida de pantalones y chumpa de cuero negro, al estilo 'hippie'. Oímos las castañuelas pero no las ejecutaba 'Carmen', como tampoco nadie en escena. El ambiente festivo y alegre propio del segundo acto, impregnado de elementos españoles y hasta de 'cante jondo', estuvo absolutamente ausente.
La época presentada por 'Poda' no era la 'Carmen' del siglo XIX, en la que se luce una bella gitana, alegre, llena de vida y salud, amante del amor y los placeres. Faltó incluso, la fábrica de cigarrillos, lugar de trabajo de 'Carmen' y sus alegres camaradas. Asimismo, la plaza de toros al fondo.
Al igual que las montañas del tercer acto, por donde ingresaban la mercadería los contrabandistas miembros del grupo de compañeros del personaje titular.
En fin, una 'Carmen, Micaëla, don José, Escamillo' y demás personajes, intemporales e inespaciales, rígidos y oscuros, alejados totalmente de la concepción de 'Mérimée' y de los libretos en que se basó Bizet para concebir tan monumental obra. Menos mal, desde el punto de vista de la música, la performance estuvo de primera calidad, digna de cualquier teatro extranjero.
Estupendos mezzo, soprano, tenor y barítono. “Los nuestros”, Luis Felipe Girón May y Karin Rademann, como nunca, al mismo excelente nivel de los magníficos cantantes extranjeros que nos deleitaron con su sincero esfuerzo y adversidad de condiciones escenográficas. El cuerpo de ballet, y demás miembros de la 'troupe', de primerísima calidad. El director de orquesta, maestro Ramiro A. Ramírez, demostró un conocimiento amplio de la obra y del sentido de la misma. La orquesta, muy bien balanceada y de una sonoridad muy agradable. El registro de metales, que en anteriores óperas no estuvo a la altura, logró en esta representación superar totalmente estas deficiencias
El maestro Estefano Poda es un amplio conocedor de lo bello, y especialmente, del arte coreográfico. Sus mejores creaciones estarían en el ballet, por ejemplo. Ojalá pudiéramos apreciar algún día sus concepciones sobre: 'El Pájaro de Fuego, la Consagración de la Primavera, Daphnis y Cloë, el Lago de los Cisnes o el Cascanueces'. Poda tendría toda la ocasión del mundo de demostrar su maravillosa imaginación, como sus amplios conocimientos escenográficos. Obras de Vivaldi, Bach, e incluso, Beethoven, se presentan hoy día con una estupenda coreografía, ¿por qué no?, pero en ópera, por favor, donde no previó el autor un ballet u otra coreografía, es un pecado agregarlos.
A la/s 14:18, Anónimo dijo...
Poda lleva ya demasiados años repitiendo lo mismo, y por lo mismo, ya no puede ocultarse bajo la excusa de ser "vanguardista", porque hace rato que ya sabemos de memoria lo que va hacer, qué esperar y cómo, pues todos los elementos presentes en Carmen ya eran conocidos por todos los que hemos visto en algún momento sus óperas, siempre, siempre siempre son los mismos.
Ya es hora de que se renueve su anquilosado inventario de "símbolos", así como sus puestas en escena, de lo contratio, sería mejor que se retirara.
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal